Juan Montalvo Fiallos
Juan María Montalvo Fiallos (Ambato, Ecuador, 13 de abril de 1832 – París, Francia, 17
de enero de 1889) fue un ensayista y novelista ecuatoriano. Su pensamiento
liberal estaba fuertemente marcado por el anticlericalismo y la oposición a los
dictadores Gabriel García Moreno e Ignacio de Veintemilla. Luego de la
publicación de la revista El Cosmopolita, en la que criticaba a la dictadura de
García Moreno, Montalvo viajó a Colombia, donde escribió gran parte del resto
de su obra. Uno de sus libros más conocidos es Las Catilinarias, publicado en
1880. Entre sus ensayos destacan Siete tratados (1882) y Geometría Moral
(póstumo, 1902). También escribió una secuela de Don Quijote de la Mancha,
llamada Capítulos que se le olvidaron a Cervantes. Murió a causa de una
pleuresía en París. Su cuerpo fue embalsamado y se expone en un mausoleo en
Ambato.
BIOGRAFÍA
Infancia y formación
Su
padre, don Marcos Montalvo, hijo de un inmigrante andaluz, se dedicaba a los
negocios ambulantes. En Quinchicoto, cerca de Ambato, conoció a doña Josefa
Fiallos Villacrés, con quien se casó el 20 de enero de 1811. La pareja tras un
tiempo se domicilió en Ambato, ciudad en la que don Marcos llegó a destacarse.
Fallecidos ya algunos hermanos en la edad de la infancia, Juan se convirtió en
el menor de los varones, y sus padres le procuraron mimos y cuidados.
Tuvo
siete hermanos: Francisco, Francisco Javier, Mariano, Alegría, Rosa, Juana e
Isabel. Su niñez transcurrió no sólo en su casa, sino también en la cercana
quinta de Ficoa. En 1836 sufrió de viruelas y quedó con el rostro marcado. A
los siete años fue a la escuela, una humilde casa de aldea, de una sola planta,
pobremente administrada y sostenida. En 1843, cuando tenía once años, su
hermano fue arrestado, encarcelado y desterrado por enfrentarse políticamente a
la dictadura de Juan José Flores. Según el escritor Galo René Pérez, el
destierro de su hermano le "dejó una lesión moral de la que no se recuperó
jamás", llevándolo a odiar a las dictaduras. El 17 de febrero de 1857,
durante el gobierno de Francisco Robles, Montalvo fue nombrado adjunto civil a
la legación ecuatoriana en Roma, mientras que Francisco Javier Salazar fue nombrado
secretario de la misma.
En 1845,
su hermano regresó de su destierro en Perú, y lo llevó consigo a Quito a
continuar sus estudios. Sus dos hermanos mayores, Francisco y Francisco Javier,
le orientaban e influenciaban en su gusto por las letras, aparte de haberle
creado, cada uno con su prestigio, un ambiente favorable en el mundo de sus
estudios. Entre 1846 y 1848 empezó a estudiar gramática latina en el colegio
San Fernando. Posteriormente estudió filosofía en el seminario San Luis, donde
recibió el grado de maestro, y después ingresó a la Universidad de Quito para
estudiar Derecho, no porque quisiera ser abogado, sino porque entre las
profesiones de entonces (medicina, leyes y teología) ésta le era la menos
desagradable.
En
Quito se hizo amigo del poeta y político liberal Julio Zaldumbide, con quien se
reunía de continuo. En su casa a veces asistían practicantes de letras,
destinados a convertirse en conocidos escritores: Agustín Yerovi, José Modesto
Espinosa y Miguel Riofrío. Juntos comentaban a los grandes autores románticos
europeos. En 1853 el presidente Urbina decretó la libertad de estudios en
colegios y universidades. Por las nuevas regulaciones, Montalvo se vio privado
de su cargo de secretario en el colegio San Fernando y además fue impulsado a
abandonar su carrera de Derecho tras haber aprobado solamente el segundo curso.
Así, decidió volver a Ambato.
En el
ambiente melancólico de su casa (sus padres y su hermano mayor para entonces
habían fallecido) se concentró en el enriquecimiento de su formación de
autodidacta, acostumbrado a tomar notas de sus lecturas en cuadernos que se
conservan. Estudiaba gramática española y tratados de carácter idiomático.
Profesando un respeto consciente a Capmany y Clemencín, estaba convencido de
que era necesario fundar las originalidades estilísticas en la posesión de una
forma correcta autorizada por los clásicos y los estudiosos más notables de la
lengua.
PRIMER VIAJE A EUROPA
El 17
de febrero de 1857, durante el gobierno de Francisco Robles, Montalvo fue
nombrado adjunto civil a la legación ecuatoriana en Roma, mientras que
Francisco Javier Salazar fue nombrado secretario de la misma. En buena medida
este nombramiento se dio gracias a las diligencias de su influyente hermano, el
doctor Francisco Javier Montalvo. A mediados de julio llegó a Francia. Aunque
el asiento de sus funciones de adjunto civil era Roma, Montalvo se quedó seis
meses en París, por causas ajenas a su voluntad. Ahí conoció a don Pedro
Moncayo, diplomático ecuatoriano, quien le brindó facilidades para su estímulo
intelectual, y a celebridades francesas tales como Lamartine y Proudhon. Desde
enero hasta agosto de 1858, mantuvo correspondencia con su hermano Francisco
Javier destinada a su publicación en el semanario quiteño La democracia, que
este último dirigía. Estos escritos, que conformaron una porción muy importante
de su futura revista El Cosmopolita, no fueron bien recibidos en el Ecuador.12
Durante esta etapa en París, Montalvo se volvió melancólico, pues extrañaba su
provincia. En Los proscritos, ensayo aparecido en El Cosmopolita, escribió:
La nostalgia consiste en un amor indecible
por la patria y un profundo disgusto del país en que se está..., es un deseo de
llorar a gritos al mismo tiempo que eso es imposible.
También
se acentuó su misantropía, inclinación que tuvo desde sus años de infancia, por
hallarse en un medio extraño e indiferente. Su permanencia en París duró tres
años, durante los cuales se dedicó a sus estudios, los contactos con
personalidades, los paseos urbanos de observación provechosa, la elaboración de
páginas literarias, varias aventuras amorosas y breves tareas de oficina.15
Asimismo, durante este tiempo se le manifestó un agudo reumatismo, cuyos
efectos le acompañaron durante el resto de su vida.
Dejó
Francia y en enero de 1858 ya se hallaba en Italia. Visitó Roma, disfrutó mucho
su visita a Florencia, e igualmente memorables le resultaron sus impresiones de
Nápoles, Sorrento, Pompeya y Venecia. De Italia viajó a España, y especialmente
le agradó Andalucía; visitó Granada y Córdoba, disfrutando de la arquitectura
musulmana de la Alhambra y el Generalife16 De Granada regresó a París,
atravesando La Mancha, donde constató la miseria en que se hallaba la región en
ese entonces.
RETORNO AL ECUADOR Y EXILIO
Tuvo
que regresar al Ecuador no sólo por la inestabilidad de los gobiernos y la
agitación política, sino también por la artritis que lo aquejaba. Cuando llegó,
en 1859, el país era gobernado por García Moreno. Lo primero que hizo fue
escribirle al presidente una larga carta, un tanto discursiva, pero cargada de
admoniciones y amenazas, que según parece, no lo irritó del todo. A finales de
1861 colaboró en la revista literaria El Iris de Quito. En 1865 comenzaron sus
amores con María Adelaida Guzmán, con quien contrajo finalmente matrimonio en
Ambato el 17 de octubre de 1868 y tuvo dos hijos.
El 3
de enero de 1866, después del primer período presidencial de García Moreno,
publicó El Cosmopolita, revista de carácter político-literario editada en Quito
en 40 páginas, cuyas siguientes entregas siguieron apareciendo hasta enero de
1869, y sostuvo una acalorada polémica con José Modesto Espinosa, que le salió
al paso. En 1867 editó El Precursor del Cosmopolita y al año siguiente comenzó
a cartearse con Eloy Alfaro y polemizó con Juan León Mera, publicando en su
contra dos folletos: El Masonismo Negro y Bailar Sobre las Ruinas.18 En 1869,
cuando García Moreno impulsó la llamada "Carta Negra", Montalvo
decidió expatriarse, temiendo por su vida. Acudió a la embajada de Colombia, y
ni bien recibió su pasaporte para abandonar el país, partió la mañana del 17 de
enero de 1869 rumbo a Ipiales junto a otros dos exiliados: Mariano Mestanza y
Manuel Semblantes.
Dejó
transitoriamente la ciudad para descansar en una propiedad de sus hermanos,
cercana a Baños. Pero pronto fue llamado por Eloy Alfaro, quien había llegado a
Guayaquil a preparar un pronunciamiento contra el gobierno de Borrero. Así, el
6 de septiembre del mismo año Montalvo llegó a Guayaquil y fue recibido por una
entusiasta multitud. Fue incapaz de hablar en público, y más bien prometió un
agradecimiento a su modo, mediante la palabra impresa, que en efecto circuló
entre los guayaquileños al día siguiente. Y aunque Montalvo ese día había
conseguido verse lisonjeado públicamente, su alegría no duró mucho, pues
Ignacio de Veintemilla se proclamó dictador el 8 de septiembre. Sus amigos le
prevenían del riesgo que corría bajo el nuevo gobierno, pero Montalvo no podía
exiliarse, pues no contaba con suficientes recursos económicos.
En
los comicios de 1877 fue electo diputado por la provincia de Esmeraldas, pero
no asistió nunca a las Cámaras. Tras un tiempo, finalmente partió hacia
Ipiales, donde vivió preocupado y pendiente de su seguridad. En poco más de un
mes viajó a Panamá, con la intención de publicar Las Catilinarias. Cuando
después de 3 meses regresó a Ipiales, de inmediato se empeñó en acciones
concretas de agitación popular y de levantamiento armado contra la dictadura de
Veintemilla. Dejó de nuevo Ipiales, y el 30 de julio de 1881 estaba ya en
Barbacoas (Nariño); ahí se detuvo más de doce días, antes de encaminarse a Tumaco
y de ahí a Panamá, donde permanecería por un tiempo indefinido. Para este
entonces, la relación que tenía con su esposa se quebrantó por completo por el
estilo de vida que Montalvo llevaba y por su desentendimiento en las
obligaciones familiares.31 Eloy Alfaro le había anunciado únicamente que su
viaje a Europa no admitía ya dudas; junto con José Miguel Macay, su próspero
socio financiero, se comprometió a ayudarle económicamente y a vigilar la
edición de sus folletos. Finalmente Montalvo viajó a París con el deseo de
editar su obra Siete tratados.
SEGUNDO VIAJE A EUROPA
Estaba
orgulloso de sus Siete tratados y deseaba publicarlos de la forma más lujosa
posible. Pero no logró reunir el dinero que demandaba el proyecto, hasta que
consiguió el auspicio del empresario José Joaquín de la ciudad de Besançon.
Cuando fueron publicados sus Siete tratados, Montalvo fue reconocido y elogiado
por varios críticos europeos, aunque sólo en el ámbito de la cultura hispana
(mantenida por emigrantes españoles e hispanoamericanos por medio de publicaciones)
o hispanistas de París. En consecuencia, Montalvo se apresuró a promocionar sus
tratados en España. A finales de mayo, habían recibido los dos volúmenes de los
Siete tratados el director del diario El Globo y Emilio Castelar. El 23 de
octubre de 1882 su esposa María Adelaida falleció, y el mismo año Montalvo
inició una relación sentimental con la francesa Augustine-Catherine Contoux,
que mantuvo hasta sus últimos días. Con ella tendría un hijo en 1886, fruto de
su concubinato.
Ansioso
por conquistar la fama en España, Montalvo armó inmediatamente un viaje a
Madrid, y llegó a la ciudad el 2 de junio de 1883. Se instaló en el mejor hotel
de aquellos años: el Hotel París, ubicado en la Puerta del Sol. Muchos hombres
de letras fueron a visitarle o le invitaron a encontrarse con ellos: Gaspar
Núñez de Arce, Jesús Pando y Valle, Marcelino Menéndez Pelayo y Manuel del
Palacio, además de Juan Valera, Emilia Pardo Bazán, Leopoldo García Ramón y
Carlos Gutiérrez, a más de dos figuras italianas: Cesare Cantù y Edmundo de
Amicis. El mismo año el presidente José Plácido Caamaño le ofreció una
diputación, que rechazó.
Sin
embargo, los Siete tratados no fueron bien recibidos por todos; la Iglesia en
el Ecuador, a través del arzobispo de Quito monseñor José Ignacio Ordóñez,
mostró su descontento con la obra. El 19 de febrero de 1884 el arzobispo
reprobó y condenó los Siete tratados por medio de una carta pastoral. Pronto
Montalvo respondió al clérigo por medio de su libro Mercurial eclesiástica,
escrito con pasmosa fuerza de improvisación y lleno de ataques violentos contra
Ordóñez y la Iglesia. Por ese motivo, el arzobispo Ordóñez viajó a Roma con la
intención de conseguir del Papa la prohibición de su lectura, y en poco tiempo
León XIII incluyó a los Siete tratados en el Índice de libros prohibidos.
Más
tarde, en 1886, Montalvo empezó la publicación de El Espectador, libro compuesto
de tres volúmenes, cada uno de los cuales contenía diecisiete, diecinueve y
nueve ensayos cada uno. De vuelta en Francia, sus planes de retorno al Ecuador
fueron fracasando, y tuvo que permanecer en París. En 1888 el presidente
Antonio Flores Jijón le ofreció la posición de cónsul en Burdeos y Montalvo no
aceptó su propuesta. En París, posiblemente entre el 8 y el 10 de marzo de
1888, su salud se deterioró de manera brusca debido al mal clima: un fuerte
aguacero lo sorprendió mientras regresaba de la casa editorial donde había
corregido ciertos detalles del tercer volumen de El Espectador, y contrajo
neumonía.
ULTIMOS DIAS
Montalvo
también fue sometido a una operación de apostemas en la garganta. Al terminar
el largo proceso operatorio, el cirujano advirtió que había evidencia de que el
foco infeccioso había invadido otros puntos del organismo, y que no había otra
opción que dejar abierta la herida para ir drenando periódicamente el líquido
purulento. Esa herida quedó abierta hasta su muerte. Montalvo comprendió que su
fin se aproximaba y pidió ser conducido a su casa de la rue Cardinet No. 26
donde dijo: "Solo siento que toda
mi vida se concentra en mi cerebro.
La
condición de Montalvo cada vez era peor, y el 15 de enero de 1889 hizo
aproximar al doctor Agustín L. Yerovi para manifestarle sus últimos deseos
(entre ellos el ser enterrado en París); el 16 de enero comenzó a agonizar, el
17 de enero pidió a su ama de llaves que lo vistiera con su traje negro y con
frac y le pidió que tratara de comprar un puñado de claveles para su féretro.
Fueron sus últimas palabras.
La
colonia ecuatoriana costeó sus funerales que fueron solemnes y en la iglesia de
San Francisco de Sales. Durante el régimen liberal se repatriaron sus restos
embalsamados a Guayaquil, y el 12 de julio de 1889 fueron enterrados en el
cementerio de la ciudad, donde permaneció hasta el 10 de abril de 1932. Al día
siguiente de su exhumación se trasladaron a Ambato, a donde llegaron el 12,
para reposar desde entonces en su mausoleo. En 1895 se publicó de manera
póstuma en Francia Capítulos que se le olvidaron a Cervantes; y en 1902,
Geometría Moral.
VIDA DE JUAN MONTALVO
La
vida de Juan Montalvo, estuvo plagada de grandes dificultades económicas. Con
la revolución de Gabriel García Moreno, temió por su vida y se asiló en
Colombia. Durante estos tiempos siguió desarrollando su actividad intelectual,
pero siempre dependió de préstamos y remesas que le enviaban sus amigos o sus
hermanos.
Luego,
a lo largo de los años, siguió llevando adelante gran cantidad de publicaciones
Del orgullo y la mendicidad, Fortuna y Felicidad, Judas y La dictadura
perpetua.
En el
año 1870 regresó a Quito, donde siguió manifestando su opinión y creando
publicaciones como El regenerador. Pero cuando su alianza con otros activistas
en oposición al General Ignacio de Ventimilla fue descubierta, fue apresado y
desterrado definitivamente.
Se
puede destacar en su biografía, las ediciones de las Catilinarias, que realizó
desde Panamá en 1880. El éxito que alcanzó motivó la publicación de seis
ediciones más, incluyendo El Heraldo de las Catilinarias. Al año siguiente
viajó a París para publicar sus obras en la editorial Garnier. Murió en 1889 a
raíz de una pleuresía.
OBRAS DE JUAN MONTALVO
- El Cosmopolita: revista política y literaria publicada entre 1866 y 1869.
- El Regenerador: doce entregas publicadas entre 1876 y 1878
- Las Catilinarias: doce ensayos publicados entre 1880 y 1882
- Siete tratados: dos tomos de ensayos publicados entre 1882 y 1883.
- Capítulos que se le olvidaron a Cervantes: obra póstuma que se conoció en 1895. Es una continuación de la famosa obra Don Quijote de la Mancha.
Fuentes
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